lunes, 17 de febrero de 2020

Sabiduría 9 (Sofía 09/12/2019)


El capítulo 8 del libro de la Sabiduría que leíamos la semana pasada terminaba con las palabras de Salomón reconociendo la Sabiduría como un don inalcanzable para el hombre si no es otorgado por Dios. Anhelando obtener este don compone la oración que ocupa este capítulo noveno.
Comienza con una alabanza en la que admira la grandeza de la creación, dejando claro, por un lado, que todo lo que existe procede de Dios, y asumiendo, por el otro, la misión del hombre de dominar el mundo que Dios ha dejado en sus manos, con prudencia y humildad, buscando siempre el bien.
Con esta oración de alabanza, antes de hacer su petición, centra la mirada en el Señor evitando aferrarse a sus propios deseos y asume la verdadera posición del hombre en la creación como criatura de Dios.
A continuación, pide el don de la Sabiduría aceptando su propia pequeñez y la necesidad de alcanzar de Dios esta gracia para poder actuar y gobernar conforme a su voluntad. Esta plegaria no es únicamente una petición para que le conceda su favor, si no que está motivada por el amor hacia su pueblo y hacia Dios, y su deseo de agradarle en todo.
Termina la oración reconociendo las limitaciones del hombre, incapaz de comprender el mundo y los planes de Dios si no es por la revelación divina. En esta última parte deja entrever como el sabio es aquel hombre sencillo que humildemente reconoce a Dios como el único camino de salvación y se pone en sus manos, para que sea su único guía. Esto nos recuerda la oración de Jesús al Padre en el Evangelio de San Mateo: “Yo te bendigo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a  sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños.” (Mt 11, 25).

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