Hoy recordamos cómo el arca había
sido devuelta al pueblo de Israel por los filisteos, pero después de bastante
tiempo, vemos como siguen quejándose de sus desgracias porque Dios no está de
parte de su pueblo.
Al sentirse desgraciados, los
israelitas interpelan a Samuel, hombre admirado por ellos, y éste les contesta
que no es suficiente tener el arca junto a ellos, ya que lo más importante, el
corazón, no está con Dios, sino con otros dioses extranjeros.
Esta reflexión hace pensar al
pueblo, que se arrepiente de sus pecados y así consigue que Dios vuelva a estar
con ellos y los proteja.
Esta experiencia vivida por
Israel nos puede hacer pensar en nuestra realidad, en la que nuestro corazón se
aleja de Cristo por muchos motivos, pero si lo reconocemos y nos arrepentimos
de verdad, volvemos a sentir esa alegría profunda y serena que sólo Dios puede
darnos al estar cerca de Él.
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