En el Capítulo 4 de Samuel, los israelitas
salieron a luchar contra los filisteos sin consultar a Samuel, y este hecho condujo
a su derrota. Luego se llevaron el arca del pacto a la batalla creyendo que su
presencia les daría la victoria. Esto revela el paganismo supersticioso del
pueblo, que creyó que había algún mérito en el objeto mismo. El mérito y poder
sólo están en la presencia y en la persona de Dios. En la segunda batalla el
Arca fue capturada; y murieron los hijos de Elí, Ofni y Finees. Elí, al oír las
noticias, cayó hacia atrás y murió.
Esta parte de las Escrituras nos revela la superstición
de Israel y lo lejos que se encontraban de Dios. Nos muestra cuán fuerte era
su sentimiento de autosuficiencia y su egoísmo. Israel, sin consultar a Samuel
salió a luchar contra los filisteos. Y, ¿qué sucedió? Fueron derrotados. ¿Qué
les faltó? Ellos creyeron que quizá debieran haber llevado el arca con ellos a
la batalla. Pero aquel arca o cofre no tenía ningún mérito o poder propio
porque Dios no estaba en el arca. No se puede meter a Dios en un cofre. El
mérito y el poder sólo se encuentran en la presencia y en la persona de Dios.
Esto puede tenerse en cuenta también hoy. Habrá métodos o sistemas más o menos
eficaces desde un punto de vista humano. Pero desde un punto de vista
espiritual, tales procedimientos, como el trabajo frenético, el voluntarismo, y
el activismo, por sí mismos, no garantizan en manera alguna la aprobación o la
bendición de Dios. Porque solo la presencia y el poder de Dios pueden producir
una auténtica bendición.
Una
de las tristes realidades de este relato es que el Arca, símbolo de la
presencia de Dios, se había apartado de aquel pueblo. Pero la verdad era que el
pueblo se había alejado primero de Dios, de Su Palabra, y de Su voluntad. El
capítulo finaliza con un mensajero que trajo las malas noticias de una derrota
memorable y de la muerte de muchos. Dios nos trae esta lección de la historia
para que recordemos que el Dios lejano, lejano con respecto al pecado, la
maldad y la perversidad humana, es al mismo tiempo el Dios cercano que envió a
Su Hijo, quien vino a esta tierra a buscar y a salvar a quienes, al alejarse de
Él se habían perdido, entregando Su vida en la cruz.
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