miércoles, 22 de marzo de 2017

I Samuel 4 (María F. 28/11/2016)


En el Capítulo 4 de Samuel, los israelitas salieron a luchar contra los filisteos sin consultar a Samuel, y este hecho condujo a su derrota. Luego se llevaron el arca del pacto a la batalla creyendo que su presencia les daría la victoria. Esto revela el paganismo supersticioso del pueblo, que creyó que había algún mérito en el objeto mismo. El mérito y poder sólo están en la presencia y en la persona de Dios. En la segunda batalla el Arca fue capturada; y murieron los hijos de Elí, Ofni y Finees. Elí, al oír las noticias, cayó hacia atrás y murió.

Esta parte de las Escrituras nos revela la superstición de Israel y lo lejos que se encontraban de Dios. Nos muestra cuán fuerte era su sentimiento de autosuficiencia y su egoísmo. Israel, sin consultar a Samuel salió a luchar contra los filisteos. Y, ¿qué sucedió? Fueron derrotados. ¿Qué les faltó? Ellos creyeron que quizá debieran haber llevado el arca con ellos a la batalla. Pero aquel arca o cofre no tenía ningún mérito o poder propio porque Dios no estaba en el arca. No se puede meter a Dios en un cofre. El mérito y el poder sólo se encuentran en la presencia y en la persona de Dios. Esto puede tenerse en cuenta también hoy. Habrá métodos o sistemas más o menos eficaces desde un punto de vista humano. Pero desde un punto de vista espiritual, tales procedimientos, como el trabajo frenético, el voluntarismo, y el activismo, por sí mismos, no garantizan en manera alguna la aprobación o la bendición de Dios. Porque solo la presencia y el poder de Dios pueden producir una auténtica bendición.

Una de las tristes realidades de este relato es que el Arca, símbolo de la presencia de Dios, se había apartado de aquel pueblo. Pero la verdad era que el pueblo se había alejado primero de Dios, de Su Palabra, y de Su voluntad. El capítulo finaliza con un mensajero que trajo las malas noticias de una derrota memorable y de la muerte de muchos. Dios nos trae esta lección de la historia para que recordemos que el Dios lejano, lejano con respecto al pecado, la maldad y la perversidad humana, es al mismo tiempo el Dios cercano que envió a Su Hijo, quien vino a esta tierra a buscar y a salvar a quienes, al alejarse de Él se habían perdido, entregando Su vida en la cruz.

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