Noemí había enviudado, y sus dos hijos habían muerto sin descendencia. Perder marido e hijos es una desgracia para cualquier persona. Pero en la sociedad israelita al sufrimiento de perder a los seres queridos se añadían otros dos: el de la pobreza material, al dejar de tener ingresos el hogar, y el hecho de no perpetuar la estirpe.
La escasez de comida se había solucionado en el anterior capítulo, al menos mientras durara la cosecha, gracias a la ayuda de Booz, pariente del marido de Noemí.
En este capítulo, se atiende al otro problema. Noemí es ya mayor, es consciente de que no tendrá más
hijos biológicos, y así se lo había hecho saber a sus nueras. Ellas eran jóvenes, sí que podían haber encontrado otros maridos, al no tener cuñados con los que perpetuar la estirpe de sus esposos (recordemos que la ley de Moisés mandaba que si un hombre moría sin hijos, su hermano debía casarse con la viuda para dar descendencia al fallecido, por la denominada “Ley del Levirato”. Esta ley, curiosamente, se encuentra recogida en el Deuteronomio casi seguida a la ley que obligaba a no recoger lo caído en la cosecha para que los pobres pudieran alimentarse con ello [capítulos 24 y 25]).
Pero Rut, en lugar de irse, sigue al lado de Noemí, trasladándose con ella a Belén y dejando atrás “su pueblo y su casa paterna”, expresión que acabamos de leer en el salmo 44.
Noemí sabe que su situación es precaria, y cuando la cosecha va a terminar, habla con Rut para que se case con Booz, a lo que Rut accede para dar descendencia a su marido y a su suegro.
Mientras aún duran los trabajos del campo, Rut espera el mejor momento para hablar con Booz, y se acicala para pedirle matrimonio, aunque a Booz lo que le atrae de la joven no es su belleza, sino el amor que siente ella hacia su familia. Admirado, está dispuesto a aceptarla como esposa.
Sin embargo, sabe que hay otro pariente más cercano a Noemí, y es este otro pariente el que tiene derecho a casarse con Rut.
A pesar de ello, Booz sigue proporcionando alimento a las viudas para que subsistan después de terminada la cosecha, cuando Rut ya no puede seguir recogiendo el grano que va cayendo; mientras, Booz va a aclarar la situación con el otro pariente de Noemí.
(De forma similar a la protagonista del salmo, “A cambio de sus padres, tendrá hijos, que nombrará príncipes por toda la Tierra”. En Rut se cumple este salmo, ya que dejó “su pueblo y la casa paterna”, y acabaría teniendo un hijo que a su vez es el abuelo del rey David.)
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