martes, 5 de mayo de 2015

Jueces 8 (María F. 04/05/2015)



Este capítulo continúa narrando la historia de la salvación del pueblo de Israel, un pueblo que alejado de Dios sufre la opresión, pero que una vez que clama al Señor, este en su misericordia le libera. Observamos también como el Señor no escoge lo perfecto,  pinta el cuadro del ser humano tal y como  es, con los colores bien definidos del pecado. Se pone de manifiesto la debilidad y la cobardía de Gedeón. Pero el Señor con su paciencia y ternura infinita fortalece al débil para una misión extraordinaria.
Vamos a distinguir tres partes en el capítulo:

- En la primera parte se narra el reproche de Efraim sobre Gedeón y la victoria de este ante Zébaj y Salmuná. Antes de salir a la batalla Gedeón experimenta ese toque de Dios, que le hace fuerte y arraigado; y lo convence firmemente de que la batalla será ganada. Sabe que esta batalla se da sobre la base de una victoria ya obtenida por el Señor.

- En la segunda parte los israelitas proponen a Gedeón para que les gobierne. Pero este lo rechaza, Gedeón con humildad reconoce que la luz de la victoria que resplandece en él, le viene del Señor y por eso solo el Señor es el que debe gobernar.

- La tercera y última parte corresponde a la muerte de Gedeón y las nuevas infidelidades de Israel. Al igual que se observa en la historia del hombre, los israelitas son un pueblo lleno de altibajos, después de la muerte de Gedeón vuelven a alejarse del Señor. Se observa como la liberación que logran aquellos jueces humanos es siempre temporal, parcial e imperfecta. El libro apunta a la necesidad de un Salvador que logre una verdadera liberación.

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