Este capítulo séptimo del libro
de los Jueces nos narra un episodio bélico del pueblo de Israel contra Madián.
En el fondo se trata de como el hombre sin Dios no puede nada.
El Señor nos pide que nos fiemos
de Él, que es paciente. Esto lo podemos ver muy bien en el pasaje que meditamos
esta tarde.
Yahvé pide a Gedeón que reduzca
el número de sus soldados, tanto que al final acaban siendo menos de cien veces
los que había dispuesto Gedeón inicialmente, algo que a todos nos podría parecer
absurdo, así como curioso que Gedeón no presente dudas al respecto. Dios sabe
cómo hace las cosas, y cuando somos humildes y nos despojamos de nuestras
seguridades mundanas nos muestra como Él puede todo, superando las
posibilidades de nuestros criterios, que son de escasa perspectiva (tengámoslo
siempre presente).
Asimismo, el Señor conoce y comprende nuestra
tendencia a ser desconfiados y no deja de mostrarnos con ternura su paciencia
vez tras vez. Esto lo encontramos cuando Yahvé invita a Gedeón en medio de la
noche a acercarse al campamento enemigo para que compruebe la veracidad de Su
palabra, y puede escuchar como un vecino de Madián interpreta un sueño suyo
como una victoria de Israel.
No sólo en los medios sorprende
el Señor, también nos desconcierta en cómo Israel toma Madián: con un toque de
cornetas y antorchas encendidas que lleva al pánico a sus habitantes, de tal
manera que entre ellos se matan o huyen, y no es con la espada o en el cuerpo a
cuerpo, como seguramente nos cabría esperar. El resto de soldados israelitas
que no rodearon el campamento persiguen y capturan a los dos jefes de Madián,
que terminan siendo ejecutados. Así, la victoria es del Dios de Israel, que
tiene todo en cuenta y no se olvida de nada ni de nadie, porque sus planes son
perfectos.
En definitiva, fiémonos en todo
momento del Señor. Tanto en la flaqueza como en la fortaleza, Él nos sostiene.
En el mensaje del Papa Francisco para la 52 Jornada Mundial de Oración por las
Vocaciones nos dice: "Responder a la llamada de Dios es dejar que él nos
haga salir de nuestra falsa estabilidad para ponernos en camino hacia
Jesucristo, principio y fin de nuestra vida y felicidad".
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