Hoy comenzamos el libro de Josué, el primero
de los libros llamados “históricos”. En él encontramos al pueblo de Israel, que
ha sido guiado por Moisés, a las puertas de la tierra prometida. Moisés acaba
de morir y Dios elige directamente a Josué como sucesor. Él deberá llevar al
pueblo de Israel a conquistar esa tierra tan ansiada y repartirla entre las
distintas tribus.
Para esta misión transcendental, cuenta con el
apoyo incondicional del Señor, que se lo manifiesta directa y abiertamente. A
lo que Josué responderá con su obediencia y fidelidad.
Nosotros deberíamos fijarnos en Josué y,
como él, seguir al Señor sin temor, porque Dios no nos deja ni nos abandona,
aunque nosotros sí le demos la espalda.
Josué fue guía de todo un pueblo,
nosotros seguramente no, pero sí que, con nuestro ejemplo y fe en Dios, en
nuestra vida diaria, en nuestro círculo familiar, de trabajo o estudios, o con
los amigos, podemos ser guía y luz de aquellos que nos ven transformados y
valientes por nuestra fe, por nuestra confianza en el Señor, que camina junto a
cada uno de nosotros, que como Josué, también fuimos elegidos directamente por
Dios.
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