En este capítulo del Apocalipsis se habla del libro
de los siete sellos, que se refiere a los siete espíritus de Dios enviados por
todo el mundo, es decir, significa que Dios es omnipotente. Dios es Padre, Hijo
y Espíritu Santo, lo que se denomina la Santísima Trinidad.
También se nos dice que este libro, que contiene y
revela los propósitos de Dios que tiene para cada uno de nosotros, sólo puede
ser tomado de las manos de Dios y abierto por alguien digno, por Jesucristo,
por el Cordero redimido, siendo el único que podrá juzgarnos en la hora de
nuestra muerte.
En el capítulo anterior se nos hablaba del culto al
Creador, pero en este capítulo se nos habla de la Adoración al Redentor, a
Jesucristo.
Jesucristo es el Cordero de Dios que fue degollado
para nuestra salvación, vino a redimir al mundo, a salvarnos del pecado y a
ofrecernos una Vida Eterna. Cristo venció al pecado y lo eliminó por medio de
su crucifixión, por medio de su sufrimiento. Por ello, al
igual que los ancianos del texto que estaban rodeando el Trono de Dios, y los
cuáles no son intercesores sino que son identificados como los primeros
mártires de la tribulación, debemos arrodillarnos ante el Cordero de Dios, debemos
glorificarle, alabarle, ensalzarle y adorarle, le debemos todo lo que somos, le
debemos la Vida, el amor, la paz.
En este capítulo se nos enseña, al igual que los
ancianos, a rezar, a meditar, a dar gracias a Dios por todas las cosas que
tenemos y por nuestra Vida, pero sobre todo, debemos dar gracias a Dios por
haber entregado su Vida por nosotros para librarnos del pecado.
Debemos aprender a ser más humildes, serviciales y a
pedir perdón por nuestras faltas. También debemos aprender a Amar y perdonar
como Dios lo hace con nosotros, porque Dios es Misericordioso y nos Ama.
Debemos aprender a ser Santos aquí en la Tierra para llegar a ser Santos en el
Cielo.
Del Cordero de Dios
es la Alabanza, el Honor, la Gloria y el Poder por los siglos de los siglos,
Amén.
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