El texto del apocalipsis, Cap, 4.1-11, nos mostrará el “éxtasis” a la que Juan llama, la visión parcial del cielo que se le concede. Lo primero que le llama la atención es un trono. Alguien está sentado en él: es Dios. Juan no lo describe con apariencia humana; sino que se vale de la figura del esplendor de piedras preciosas que sale del trono.
La mirada de San Juan, continúa detallando lo que vio alrededor del trono: Veinticuatro ancianos y cuatro seres vivientes.
¿Quiénes son esos veinticuatro ancianos y esos cuatro Seres vivientes que forman un círculo alrededor del trono de Dios?
En cuanto al número veinticuatro, algunos exégetas, lo relacionan con las veinticuatro clases sacerdotales del judaísmo que simbolizan a la Iglesia triunfante en el cielo, representada por los
doce patriarcas del Antiguo Testamento y los doce apóstoles del Nuevo Testamento: veinticuatro por todos.
La Iglesia de Dios tiene inicio con el pueblo judío y llega a su plenitud en el Nuevo Testamento. Los veinticuatro ancianos —líderes en el pueblo de Dios— tienen sendas coronas en la cabeza, que representan el premio que Dios les ha concedido por su fidelidad. También llevan vestiduras blancas que indican su triunfo. De blanco se vestían los que iban a recibir a un general que celebraba una victoria.
Ante el trono hay siete lámparas. San Juan explica que son los "siete Espíritus de Dios". Según el profeta Isaías (11, 2), el Espíritu Santo se manifiesta por medio de siete dones, y su forma de lámpara significa que nada en el mundo escapa a la mirada del Señor.
Delante del trono se encuentro un mar de Cristal, este mar da una idea de la distancia que media entre Dios y el vidente, como también de la transcendencia divina. En medio del trono y alrededor del trono, permanecen de pie cuatro vivientes, llenos de ojos por delante y por detrás. Los cuatro seres vivientes el león, el toro, el águila y el hombre, simbolizan para algunos, lo más noble y sabio de la naturaleza, que fue creada para glorificar a Dios. "Los cielos proclaman la gloria de Dios: el firmamento anuncia la obra de sus manos" (Sal 19, 1).
Otros, han querido ver en los cuatro seres vivientes la imagen de los cuatro evangelistas, y, por eso, los han colocado en los vitrales de las iglesias. Según san Agustín, el león representa a san Mateo, porque comienza hablando de Jesús como el León de Judá. El hombre es símbolo de san Marcos porque es el que representa a Jesús con un carácter muy humano. El toro se relaciona con san Lucas porque exhibe a Jesús como el que viene a ofrecerse por la salvación del hombre. El águila, que
es el ave que se remonta más alto, se relaciona con san Juan, por ser el evangelista que más alto ha volado en sus reflexiones teológicas.
Para terminar, San Juan habla de lo que constituye la ocupación de la corte divina: Ofrecer incesantemente homenaje a Dios.
En nuestra liturgia, antes de la plegaria Eucarística, nosotros, como los de la Iglesia triunfante, también cantamos: Santo, Santo, Santo. Toda nuestra liturgia es un ensayo de alabanza y adoración a Dios. Ensayamos aquí en la tierra para, un día, podernos unir al coro grandioso que, en el cielo, no cesa de alabar y bendecir a Dios.
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