Como hemos podido ver en los anteriores capítulos, la
llegada de Pablo a Jerusalén causa mucho revuelo entre los judíos de la ciudad
y por ello fue arrestado en el Templo. Dándose cuenta del griterío de los
judíos quiere explicarles el relato de su conversión y hacerles ver al pueblo
que él es un judío más, pero que Dios le ha llamado a ser testigo de lo que ha
visto y oído entre los gentiles.
Los judíos al considerarse ellos como únicos poseedores de
la Salvación al escuchar que Pablo es enviado por Dios a los gentiles le
interrumpen y piden que le maten. El tribuno queriendo saber porque esos gritos
contra él piden que sea azotado y así poder averiguarlo. Al no poder azotarle
sin antes juzgarle por ser ciudadano romano, esperan al día siguiente que será
interrogado por el Sanedrín y los Sumos Sacerdotes.
Pablo en este capítulo 23 que hoy vamos a leer, comienza
dirigiéndose al Sanedrín transmitiéndoles su tranquilidad en conciencia de sus
actos ante Dios. Este punto de partida me parece muy importante en nuestra vida
diaria como cristianos, porque si intentamos ser a cada instante reflejo de lo
que creemos en los momentos en los que podamos ser criticados tendremos la
misma tranquilidad que Pablo tuvo al saber que hacía la voluntad de Dios.
Un segundo punto que me parece relevante en este capítulo es
la astucia con la que Pablo habla ante el Sanedrín. Pablo comenta que le juzgan
por creer en la esperanza de la Resurrección y como él sabe que en el Sanedrín
hay tanto fariseos judíos que creían en la Resurrección como saduceos que
negaban la Resurrección, él apela a sus raíces farisaicas, de este modo parte
del Sanedrín tendrá su apoyo. Por ello ante el gran alboroto que se forma
deciden que le lleven al cuartel otra vez. A la astucia a la que me refiero es
a ese saber de la oratoria que san Pablo emplea y que nosotros debemos ir
aprendiendo a utilizar con la fuerza del Espíritu Santo, ya que Pablo no se refiere
tal cual a la resurrección que creen los judíos sino a la Resurrección de los
muertos que vendrá gracias a la de Cristo.
Pablo en la cárcel recibe de nuevo la misma llamada que hoy
recibimos nosotros y más aún en el contexto de esta Misión-Madrid que nuestro
obispo quiere que realicemos. Pablo recibe la invitación de que de la misma
manera que ha dado testimonio en Jerusalén lo dé igualmente en Roma.
Al enterarse el hijo de la hermana de Pablo de la emboscada
que le estaban preparando para acabar con él, deciden llevarlo a Cesarea ante
el procurador Félix, es decir le trasladan a un Tribunal Superior de esta
manera el comandante queda muy bien ante sus superiores y por otro lado se
libera de aquel asunto. Pablo tendrá la ocasión de seguir dando testimonio de
Jesús cada vez más arriba en la jerarquía del Imperio, posiblemente esta sea la
intención que Lucas quiere mostrarnos, el celo evangelizador de San Pablo.
Pidamos a Dios que
tengamos esa fortaleza espiritual de poder predicarle en todo momento de
nuestra vida.
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