domingo, 25 de noviembre de 2012

Hechos de los Apóstoles 20 (Alberto 22/10/2012)


La semana pasada veíamos que la exitosa predicación de Pablo en Éfeso despertaba las envidias, temores y odios de los comerciantes de la ciudad. Por eso mismo, vemos hoy a Pablo despedirse de sus discípulos y continuar su viaje por Macedonia y Grecia, donde permanece tres meses.
Concluida su labor aquí, Pablo decide regresar a Siria; sin embargo, una conspiración contra él le obliga a elegir la ruta terrestre para volver. No obstante, el Señor no lo abandona y le brinda como compañeros de viaje a algunos de los discípulos de las ciudades en que había predicado; además, en el camino se les une Lucas. Este viaje, en parte forzado, se convierte en una buena oportunidad para visitar a las iglesias que nacen en Grecia y Asia Menor, y de celebrar con ellos, en comunidad, las festividades de la Pascua y la Eucaristía. Precisamente, en Tróade, durante la celebración de la Eucaristía, que se había alargado hasta altas horas de la noche, Pablo obra un milagro: resucita a un joven que había caído desde la ventana al quedarse dormido durante su predicación. De esta manera, las palabras de Pablo quedan respaldadas por los actos, demostrándose que no están vacías.
El viaje continúa por Asón, Mitilene, Quío y Samos, hasta llegar a Mileto. Pablo prefiere no visitar a los hermanos de Éfeso para llegar a tiempo de celebrar Pentecostés en Jerusalén. Sin embargo, Pablo sabe que no volverá a verlos y desea despedirse de ellos. Manda llamar a los ancianos de la Iglesia de Éfeso y, una vez reunidos, les anuncia que, en Jerusalén, será preso. Les recuerda la misión de servicio que, Dios, por medio de él, les ha encomendado, así como su propia predicación del Evangelio. Además, los conmina a aferrarse a Éste, porque van a llegar tiempos difíciles, tiempos en los que van a surgir persecuciones y falsos profetas que, ávidos de fama, dividirán a los cristianos. Unos peligros que aún siguen acechándonos. Tras encomendarlos a Dios y celebrar la oración comunitaria, Pablo es despedido por sus discípulos con lágrimas en los ojos.

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