En el capítulo 19 de los Hechos de los Apóstoles nos
encontramos a Pablo en Éfeso.
Éfeso era una gran ciudad, rica por su comercio y capital de
la provincia romana de Asia. Era un gran centro para que de ella la Fe se
difundiese por toda el Asia menor.
Aquí permaneció el apóstol cerca de tres años, predicando a
Jesucristo con gran éxito.
Cuando Pablo llegó a la ciudad se encontró con un grupo de
discípulos que eran hombres creyentes y rectos que conocían todo lo referente a
Jesús pero que se habían quedado en el bautismo de Juan e ignoraban que
existiera un Espíritu Santo.
El bautismo de Juan exigía la conversión interior pero
dejaba al sujeto abandonado a sus propias fuerzas, era solamente un bautismo de
agua; mientras que el de Jesús hace entrar en comunión con el Espíritu Santo.
Pues bien, estos doce hombres van a recibir el don del Espíritu y sus
manifestaciones (hablaban lenguas y se pusieron a profetizar).
A continuación se nos mencionan milagros hechos por Pablo y
exorcismos. Aquí hay que decir que Éfeso era conocida como una especie de
capital de la magia y, aunque los milagros hechos por Pablo eran realmente
extraordinarios, aquí lo que habría que destacar sería la conversión profunda
de los que confiesan sus prácticas mágicas, llagando a quemar en público
montones de libros. Aparentemente no lo hicieron en el momento de bautizarse
sino más tarde, cunado estaban más convencidos de su fe.
Como vemos, el éxito del Evangelio es tan grande que va a
movilizar al gremio de los fabricantes de ídolos, con Demetrio a su cabeza,
porque ven peligrar sus intereses.
En Éfeso se veneraba a una antigua divinidad, llamada
Artemisa. Su templo, considerado como la séptima maravilla del mundo, era
centro de peregrinación de toda Asia. Esto era un gran negocio para los que se
dedicaban a hacer en plata templos de Artemisa. Por lo que viendo el éxito del
Evangelio predicado por Pablo y temiendo por sus intereses consiguen que los
vecinos, dominados por una religiosidad popular sean arrastrados a manifestarse
en contra del Evangelio y a buscar víctimas expiatorias.
Y los judíos que vivían sosegados en medio de la población
pagana, se inquietan por que vayan a
confundirlos con los cristianos y a través de Alejandro intentan disculparse.
Finalmente el secretario de la ciudad logró calmar al pueblo
y convencerlos de que se utilizará la vía legal si es que hubiese algo que
denunciar.
Aquí habría que destacar la creencia popular de que la estatua Artemisa
había bajado del cielo, se trata de una estatua que no aporta nada. Mientras
que los apóstoles hablaban de Jesús que vivió entre ellos, murió y resucitó, y
ellos son sus testigos, lo importante es la vida de Cristo, no su figura. Fray
Angélico decía: “Quien quiera pintar a Cristo solo tiene un procedimiento,
vivir con Cristo.” A los apóstoles les importaba más contar el gozo de la
resurrección que describir los ojos del resucitado. Nos es su rostro sino su
amor lo que nos ha salvado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario