En esta lectura, San Esteban habla acerca de nuestros antecesores en la Fe, desde Abraham hasta Moisés, y de cómo ellos, aún siendo pecadores fueron elegidos por Dios y dejaron todo y lo siguieron. Gracias a tomar esta decisión de seguir a Dios, de tener Fe en Dios, liberaron a Israel de la esclavitud, del pecado y fueron los padres del pueblo de Israel.
Con este capítulo San Esteban quiere darnos a conocer que ser católico y seguir a Dios no es fácil, que es un camino pedregoso, en donde podemos pecar, caer una y otra vez, pero que siempre que estemos arrepentidos de corazón seremos perdonados por Dios y llamados de nuevo por Él, porque Dios es Misericordioso.
Debemos tener Fe, escuchar nuestro corazón, escuchar lo que Dios quiere de nosotros, ya que tiene un destino para cada uno de nosotros.
Las cosas que van surgiendo a diario no suceden porque sí, suceden porque Dios así las ha querido, para que maduremos, para que creamos más en Él, para que mejoremos día a día como persona, profesional y espiritualmente, y para que demos más de nosotros por ÉL y para Él.
Al igual que Abraham, Isaac, Jacob, José y Moisés debemos ser seguidores de Dios y predicadores de su palabra y de su Amor con nuestros actos y palabras.
En la actualidad, los cristianos católicos y no católicos seguimos siendo perseguidos al igual que en el pasado, y por esto mismo debemos estar Firmes en la Fe y más unidos que nunca, unidos por Amor a Dios. Cuando estemos tristes o pequemos debemos volver a Él arrepentidos, porque sólo Él nos salvará de la muerte, sólo Él nos guiará en nuestra vida hacia la Eternidad. Tampoco hay que pensar que todo es como un mundo precioso, ya que nos irán surgiendo complicaciones y problemas, que con su ayuda podremos superar, y para ello debemos rezar, confesarnos e ir a Misa para estar más cerca de Dios.
San Esteban también nos dice que no hagamos ídolos de las cosas materiales, ya que todo se quedará en la Tierra cuando muramos y no nos habrá servido de nada, ya que sólo nos salvaremos si amamos a Dios y a los demás, si hacemos el bien y si hacemos justicia.
Es importante tener ratos de oración y silencio, que las cosas de la vida no nos tape los oídos, debemos abrir el corazón y la mente a lo que Dios quiere de cada uno de nosotros y ponerlo en práctica. La vida no es fácil, hay violencia, enfermedad, pobreza, injusticia y dolor en resumidas cuentas, pero de la mano de Dios se puede seguir adelante, se puede aliviar este dolor y esta carga.
Intentemos ser cada día mejores y sigamos a Dios por medio de Jesucristo, con firmeza, con Fe.
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