En el capítulo 5 de los hechos de los apóstoles que escucharemos ahora, vemos como los discípulos de Jesús reprochan el comportamiento de un matrimonio, Ananías y Safira, al pretender engañar a la comunidad cristiana e incluso al mismo Dios, pero Pedro les muestra que su actitud no sirve de nada ante el Señor, al que nos es imposible mentir.
Debemos tener como ejemplo a los apóstoles, que tras ser encarcelados, azotados y amenazados, siguen con su misión de comunicar el Evangelio, cueste lo que cueste, ya que “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Tendríamos que pensar si esto es así para nosotros también, si somos valientes en las situaciones donde el nombre de Dios se ve insultado o menospreciado y, si damos la cara por Él o, por el contario, agachamos la cabeza, preferimos no incordiar a los hombres y nos desviamos de esa obediencia primera hacia Dios. Sólo recordar, como hace unos días, cristianos de Nigeria, han dado su vida por el Señor. Su testimonio valiente en una sociedad hostil hacia el cristianismo, les ha llevado a entregar su vida por Dios.
La parte final del texto de hoy, nos narra como Gamaliel, un fariseo, advierte que no es posible luchar contra las obras de Dios, por mucho que lo intenten sus enemigos, ya que éstas permanecen, mientras que las obras de los hombres se desvanecen solas.
Pidamos al Espíritu Santo que nos de fortaleza y valentía para anunciar la Buena Nueva de que Jesús es el mesías a lo largo de cada día de nuestra vida.
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