El texto, en su primera parte, llama la atención a los ancianos, que son los presbíteros de la iglesia, para que puedan mostrar al Señor, de tal forma, que aquellos que no han visto la Pasión, sean capaces de actuar bien; pero lo tienen que hacer de forma que no tengan afán de premio o ganancia.
También llama a los jóvenes a tratarnos como hermanos y a que seamos capaces de escuchar al Señor y estar arraigados en Él, ya que todo es posible en Él y Él nos ampara de todo mal.
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