En la carta que vamos a leer a continuación, se nos habla de dejar a un lado los engaños, fingimientos, envidias y malicias, que como bien dice el apóstol Pedro: “hay que ser agradables a Dios por Jesucristo”.
Como aquella piedra elegida por Dios para representarnos como el edificio que empieza de cero y, así, juntando todas las piedras, es decir, a nosotros, podemos construir una casa espiritual.
Pedro habla de la piedra angular, la cabeza de Sión, que sirve para llamar la atención de aquellos que no creen y tropiezan con la palabra de Dios. Nos hace fijar en los malhechores para que glorifiquen a Dios.
Por lo que he llegado a la conclusión de que todos debemos querer a Dios como a nuestros padres, ya que Él llevó nuestros pecados sobre el madero, dándonos a nosotros una vida justa. Él mismo nos recuerda que el Señor es benigno, es decir, bueno.
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