Nos cuesta escuchar a Dios. Nos cuesta obedecerle. No hacemos caso y solemos anteponer muchas cosas, como nuestros prejuicios. Acaz tenía una idea preconcebida sobre lo que quería Dios, y antepone esa idea incluso a lo que Dios le pide. No supo escucharle, como muchas veces nos pasa a nosotros: no estamos lo suficientemente atentos a lo que Dios quiere de nosotros. O puede que escuchemos, pero no obedezcamos porque obedecer significa reconocer que nos equivocamos, y somos demasiado orgullosos para ello.
Tenemos que ser más humildes. Dios mismo se humilla al hacerse hombre. Quizá necesitemos que 'nos tiren del caballo'.
Porque en realidad nosotros no podemos nada, es Él el que lo puede todo.
Dios tiene un plan de salvación. Para llevarlo a cabo, pide una colaboración a Acaz: le dice que pida una señal. Pero Acaz no hace lo que Dios le pide. Entonces Dios actúa 'por su cuenta' y manda una señal:'la virgen está encinta y dará a luz un hijo', que será nuestro Salvador.
No nos necesita, pero quiere contar con nosotros, para que nos salvemos. Porque, aunque Él no nos necesite, nosotros si le necesitamos a Él.
Si a veces nos pide ayuda, es por amor y para que pertenezcamos al bando vencedor, al de Jesucristo, que ha venido al mundo y vencido a la muerte.
¿Queremos ayudarle?
"El que te creó sin ti, no te salvará sin tí" (San Agustín).
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