sábado, 23 de mayo de 2009

1Corintios 12 (Maridel 27/04/2009)

San Pablo, en el capítulo 12 de la primera epístola a los corintios, nos habla de los dones espirituales o carismas que, al parecer, en Corinto daban origen a divisiones por envidia o emulación. San Pablo les explica como todos ellos han de contribuir al bien común de la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo.

En la carta se nos dice que en la construcción del cuerpo de Cristo hay diversidad de miembros y de funciones, pero uno mismo es el Espíritu. Este Espíritu se ha ido revelando progresivamente. Ya desde el Génesis se hablaba de que el Espíritu de Dios planeaba sobre las aguas. El Espíritu que guió a los jueces, hizo hablar a los profetas, ungió a los sacerdotes y a los reyes, es el mismo Espíritu que Cristo, después de su resurrección, dio como energía de transformación a la comunidad de sus discípulos. Jesucristo ha fundado una Iglesia organizada por los hombres que le han sucedido y gobernada por el Espíritu Santo.

San Pablo, para explicar el sentido y el significado de la Iglesia, se sirve de una imagen. Compara la Iglesia con el cuerpo humano, por eso la denomina cuerpo de Cristo. De este cuerpo:
  • Cristo es la cabeza
  • Los cristianos son los diferentes miembros.
  • El Espíritu Santo es el alma que sustenta y da vida a la Iglesia, distribuyendo sus diversos dones para el bien de la misma.
La Iglesia ha nacido con el fin de propagar el reino de Cristo en toda la tierra. A los Apóstoles y a sus sucesores les confió Cristo el encargo de enseñar, de santificar y de regir en su propio nombre y autoridad. Pero a los seglares, Dios los llama a que ejerzan su apostolado en el mundo de acuerdo con los dones que han recibido, dejando a sus pastores que juzguen la genuina naturaleza de tales carismas y su ordenado ejercicio.

Por consiguiente, todos los hombres están llamados a formar parte del nuevo Pueblo de Dios. Por lo cual, este pueblo, sin dejar de ser uno y único, debe extenderse a todo el mundo y en todos los tiempos, y todos los fieles dispuestos por el orbe comunicar con los demás en el Espíritu Santo.

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