sábado, 23 de mayo de 2009

1 Corintios 14 (Fernando H. 13/05/2009)

Este capítulo 14 es el último que dedica Pablo a los problemas relacionados con las asambleas litúrgicas. Quizás trata un tema que puede resultar difícil de traer a nuestros días, pero en su comienzo nos delata su importancia: “Buscad el amor, aspirad a los dones espirituales, pero sobre todo al don de profecía”. Destacando el don del amor como el principal –como vimos en el anterior capítulo-, nos va a hablar de un ordenamiento de los dones dirigido al provecho de la comunidad, al crecimiento en la fe y en el entendimiento, a la santidad.

Como el capítulo trata temas que son complejos como os decía, me ayudaré de textos de teólogos que nos ayuden a comprenderlo mejor.

¿Qué entendemos por don de profecía? En realidad, profecía no significa predecir, sino hablar claro, manifestar lo eterno y juzgar lo presente en función de aquello. Dice F.J.Sheed en “Teología y Sensatez” que “esto significa aplicar el intelecto sobre aquello que puede haberse puesto en la realidad para hablarnos de Dios y sobre lo que Dios, por medio de la Iglesia, nos ha dicho de sí mismo; esto quiere decir orar para más conocimiento y emplear el conocimiento que uno alcanza para enriquecer la oración”.

Entonces, ¿quién es profeta? Nos dice Benedicto XVI siendo cardenal: “El elemento esencial del profeta no es el de predecir los acontecimientos futuros, sino que el profeta es aquél que dice la verdad porque está en contacto con Dios, y de lo que se trata es de la verdad válida para hoy que naturalmente también ilumina el futuro. Por lo tanto, no se trata de predecir el futuro en sus detalles, sino de hacer presente en un momento dado la verdad divina y de indicar el camino para captarla”. Si nos fijamos detenidamente es ir a los efectos a través de la causa, conocer a las criaturas a través de Dios. Es el encuentro personal con Cristo el que nos lleva a vivir la realidad de las cosas en su verdadera dimensión, la del Amor. Y caminar hacia El en verdad, hacerle presente en nuestra vida y ver el mundo a través de su mirada, significa caminar proféticamente.

Y por ello, este texto es actual, y así debemos verlo. El cristianismo sigue caminando en esperanza hacia el Señor y el profeta sirve a la esperanza. Y además, este camino permite introducir al hombre en la Verdad toda Entera. Remarca Benedicto XVI: “El elemento profético, como elemento de esperanza y de actualización del don de Dios, no puede faltar ni venir a menos”. Así, de este modo, el cristiano esperando ama.

Además nos habla S.Pablo de orar con el espíritu pero con el entendimiento también. Por ello, partiendo de la voluntad católica, se trata de alcanzar el entendimiento católico. Es decir saber que, “la Iglesia ve todas las cosas, cualesquiera que sean, sostenidas en su existencia, en cada momento, exclusivamente por la voluntad continua de Dios, a fin de que no cesen de existir. Donde la Iglesia ve absolutamente una cosa, en el mismo acto ve a Dios sosteniéndola en su existencia.” Y como criterio fundamental de vida cristiana, la discreción y prudencia en el discernimiento, que acompañen a la fortaleza en la fe: “Hermanos no seáis como niños en vuestros pensamientos; sed como niños en lo que se refiere al mal, pero como hombres adultos en vuestra forma de pensar”, dice en la Carta.

Por último, observar que para la tradición patrística, es una mujer, nuestra Madre, el ejemplo de comportamiento profético: “Es en María que el término de profecía en sentido cristiano se define mejor, por cuanto hace referencia a esta capacidad interior de escucha, de percepción y de sensibilidad espiritual que les permite percibir el murmullo imperceptible del Espíritu Santo, asimilándolo, fecundándolo y ofreciéndolo al mundo.[…]María ha sido vista siempre por los Padres de la Iglesia como el arquetipo de los profetas cristianos.”(Benedicto XVI)

Ayer pudimos ver en la Confirmación de Alberto, la petición de los dones del Espíritu Santo para los confirmandos. Os animo a que solicitemos, por medio de la oración de petición, que el Espíritu Santo nos envíe sus dones, y le pidamos a la Virgen, en el día de Nuestra Señora de Fátima, que nos ayude a caminar en la Verdad.

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