Este capítulo me recuerda al pasaje del Evangelio en el que Jesús está con sus discípulos en la barca y les libra de una gran tempestad. Esto nos lleva a tener plena confianza en Él, pese a las dificultades, incluso a no temer a la muerte porque confiamos en que Jesús nos ha abierto las puertas del Cielo.
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