lunes, 11 de enero de 2010

2 Corintios 5-6 (Mónica 30/11/2009)

Como dice S. Pablo, nosotros somos “Templo de Dios Vivo”, “Templo de Vida” y por ello debemos, por medio de nuestras palabras, gestos y obras de cada día, manifestar el Amor que Cristo nos entregó, ese Amor, que por medio de su muerte y resurrección, es un Amor Eterno.

No debemos rendirnos ante la vida, no siempre nos salen bien las cosas, pero, no por ello debemos amargarnos, entristecernos, ya que esta vida es una mansión terrena, como bien dice San pablo, esta vida se deshace; pero debemos recordar que hay otra casa que es de Dios y que es una morada eterna, en los cielos.

En nuestra vida cotidiana podemos estar tristes, oprimidos, podemos ser pobres de dinero, podemos sufrir, sentir dolor físico, pero debemos tener muy presente que con Dios, estando en Gracia con Él, seremos los mas felices y dichosos de todos. Estaremos alegres, vivos, ricos en el Espíritu, y el sufrimiento será “Templo de Salvación”.

La gente actual se queja de porqué hay tanto sufrimiento y dolor en el mundo, y lloran desconsolados sin encontrar sentido a la vida. Ellos no saben que con el Amor de Cristo todo sufrimiento se hace dicha, que todo dolor sirve para santificar nuestra vida, nos hace más fuertes y nos aumenta la fe, esa fe en Dios, en Cristo, en una Vida Eterna.

Como todo hombre y mujer, todos somos pecadores, todos nos vamos alejando poco a poco de Dios y, por eso, Dios entregó a su hijo, Cristo, para que, a partir de su muerte y resurrección, nos salvara del pecado original, para que podamos arrepentirnos de todas las cosas que hacemos y decimos mal. Dios es misericordioso, bondadoso, siempre está esperándonos con los brazos abiertos a que nos arrepintamos y estemos en Gracia con Él.

Por medio de San Pablo, Dios nos recuerda que somos Templo de Cristo, que no debemos dar ocasión alguna de escándalo, que debemos ser personas buenas, honradas, con la justicia y la paz por delante, que debemos ser pacientes en nuestra vida cotidiana, tanto en el trabajo, en casa, como con los amigos, la familia y nuestros “enemigos”, ya que no debemos odiar a nadie, al contrario, debemos hacerles ver que con el odio no se llega a ninguna parte, pero con el Amor sí. Con el Amor se llega a la Vida Eterna, esa vida que tanto ansiamos encontrar, sin dolor, sin sufrimiento, sin injusticias, sin guerras, sin hambre, sin maldad, una vida llena de Amor, ternura, paciencia y bondad.

También nos recuerda S. Pablo que debemos rodearnos de buena gente, y no de infieles, injustos, de gente que hace el mal y no honra a Dios, ya que ellos ennegrecen el corazón, nos hacen mas egoístas, con ira, con avaricia, con mentiras y con muchas otras formas de pecar que nos alejan de Dios.

Debemos pedirle a Dios que nos aumente la fe, que no nos deje caer en la tentación, que seamos fuertes en el Espíritu.

No hay comentarios:

Publicar un comentario